
La aspiración de ser 'hermosa, delgada y sexy' es ampliamente compartida por los adolescentes y ya contagia a las niñas en la escuela primaria. No es raro que las niñas de 6 a 7 años, por ejemplo, se preocupen por el peso y quieran vestidos glamorosos para 'ser más hermosos' como sus favoritos de TV o música.
Pero el imperativo de la belleza lastima a las niñas y puede tener consecuencias trágicas, ahora cada vez más a menudo en el centro de las noticias. La alarma la da un médico, psicólogo y psicoterapeuta (y padre de 4 hijos, 2 de ellos niñas), en su nuevo libro "Niña R-evolución, sé lo que eres" (De Agostini).
Aquí en 4 puntos cómo ayudar a las hijas a no crecer obsesionadas con la belleza. E ir más allá del culto a la apariencia.
1. Delgadez no es sinónimo de belleza. Necesitamos ayudar a las hijas a ser más objetivas con sus cuerpos.
"La mayoría de las chicas en el mundo industrializado han construido sus fantasías de belleza, éxito y autorrealización en torno a un modelo físico poco saludable", explica. . De hecho, entre los adolescentes de hoy (y no solo) existe la creencia generalizada de que la belleza externa es la clave para estar bien, ser popular en la escuela y conquistar un futuro brillante.
Para no caer en esta trampa, en la que belleza es sinónimo de delgadez, el apoyo familiar es fundamental. A través del diálogo constante y compartiendo reflexiones sobre situaciones concretas, según la experta es posible ayudar a las niñas a no 'fijarse' obsesivamente en su apariencia física.
Una buena práctica, por ejemplo, es invitar a las hijas a mirar críticamente los cuerpos 'esqueléticos'. que pueblan la televisión, las revistas, la moda y el entretenimiento, a años luz de la realidad, y nos preguntamos: '¿Por qué esta estética es ideal solo para mujeres?'. “Aquí hay una pregunta que todas las niñas deberían hacerse, dice el psicólogo. Hoy, quienes son capaces de volar a la luna, administrar empresas o ganar un premio Nobel, se ven atormentados por el conteo de calorías para perseguir un modelo que les quita mucha energía al resto”.
Delgadez rima con debilidad. Aquellos que tienen bajo peso, de hecho, se cansan antes y tardan el doble en alcanzar una meta. “Quizás, este mito no podría ser pura casualidad y esconder el deseo de que el género femenino siga siendo, de hecho, 'el sexo débil' - dice. Cualquier chica que se vea a sí misma como 'gorda y fea' y se centre solo en el peso mientras se descuide en cultivar sus talentos y cualidades, haría bien en pensarlo”.
Según la psicóloga, entonces, ante las quejas de las hijas por los supuestos kilos de más, es útil empujarlas a ser más objetivas, evaluando su peso en función del índice de masa corporal (este valor indica si el sujeto es normal). peso, sobrepeso o bajo peso). Para calcularlo y entender cómo funciona, simplemente haga una búsqueda en línea aquí.
2. Todo es cuestión de inseguridad: los padres tienen que ayudar a entender las emociones desde una edad temprana
Sentirse bella a los ojos de los demás da una sensación de tranquilidad y seguridad. Por eso, como ella explica, la aprobación de los demás es tan importante para los adolescentes. Quién lo busca, por ejemplo, incluso publicando un montón de diferentes fotos y selfies en las redes sociales para acumular nuevos 'Me gusta' todos los días.
En la misma línea, la psicóloga psicoterapeuta Rosanna Schiralli, autora de numerosos libros, agrega: “Ya a los 12 años, hay quien inclina la balanza para sentirse bien, 'suelta' y no tener miedo al juicio de los demás, pero todo esto esconde una gran inseguridad. La dependencia del espejo 'de hormigón' del armario revela que en cambio 'los espejos de la casa', es decir madre y padre, no funcionan bien desde la infancia”. Los padres deben actuar como un espejo en la relación con sus hijos, 'reflejarlos', lo que significa ayudarlos a comprender las emociones. Cuando esto sucede, el adolescente logra manejarlos y no dejarse abrumar por los impulsos de 'todos a la vez'.
Entre otras cosas, según la psicóloga Schiralli, las madres de hoy suelen tener una obsesión por el culto al cuerpo y lo proyectan en sus hijas haciéndolas aún más inseguras.
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3. El valor de una mujer no se basa en su apariencia
Las chicas de hoy, mucho más que las de ayer, están insatisfechas con su reflejo en el espejo y temen fracasar en todos los campos si no corresponden a los estándares estéticos. ¿Porque?
En segundo lugar, desde hace algunas décadas, el valor de una mujer se mide sobre todo en función de su apariencia: cuanto más bonito es, más vale. Y hermoso se refiere a la imagen de un cuerpo súper delgado pero con las curvas en el 'lugar correcto'. Lo que la autora Naomi Wolf llamó el 'organismo oficial', propuesto hasta el amargo final por el mundo del consumo.
Desde el punto de vista de la psicóloga, este modelo impacta en todas las mujeres pero más aún en las más jóvenes, las influye y, con frecuencia, se convierte en una obsesión.
4. Educación y diálogo: la 'vacuna' contra el culto a la apariencia
Las modelos tenues, sin embargo, siempre estarán ahí pero, según Rosanna Schiralli, el hecho de que una chica se adhiera a la imagen de la Kate Moss de turno depende de lo vacío que haya en su interior. “Las niñas no se contagian desde fuera, nos corresponde a los padres 'vacunarlas' con una buena educación emocional, a través de la escucha, el compartir y las reglas. Esto significa enseñarle a esa hija a administrar su mundo interno y construirlo desde una edad temprana, explica Rosanna Schiralli.
También es importante hacerle entender que todos han perseguido un modelo estético que nunca se alcanza. Hablar de uno mismo y decirle, por ejemplo, 'A mí también me hubiera gustado parecerme a Monica Bellucci a tu edad', permite un diálogo profundo. De esta forma es posible mediar entre la imagen real y la ideal para ayudar a la hija a construir algo más sólido.
“Si como padre he sembrado y me he asegurado de que mi hija haya construido una escala de valores y experiencias importantes, por ejemplo también compartiendo momentos especiales con amigos, se sentirá más segura. Así aceptará que no parece modelo pero tiene muchas otras cosas”, concluye la psicóloga Schiralli.
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