
¿Se esterilizará lo suficiente el biberón? Mi hijo tiene fiebre alta, ¿vuelo a la sala de emergencias o trato de darle un antipirético primero? Fue invitado a jugar por un amigo, pero ¿quién sabe si puedo confiar en su madre? Se supone que mi pequeña se va de viaje de estudios, pero me temo que no la revisan y se pierde o se lastima, me invento una excusa y no la mando?
Esas y mil angustias más se apoderan de cada vez más madres en la actualidad, las de la era del estrés, las hiperadictivas a uno o como mucho dos hijos (así es la Del Paesena promedio), supermadres a las que se les pide todo y perfeccionistas en su rol. . ¿Cómo ganar la dura batalla contra este malestar incapacitante, que hace sentir mal a las madres, pero también condiciona la vida y el crecimiento sereno de los hijos? Esto es lo que nos contestó la profesora Laura Bellodi, psiquiatra a cargo del Centro de Trastornos de Ansiedad del Hospital San Raffaele de nuestra ciudad.
“Para empezar, necesitamos hacer una premisa y una distinción. La ansiedad no siempre es una condición patológica. Se convierte en tal cuando genera una caída en el nivel de desempeño que acompaña y no una mejora en el mismo. Pensemos en un examen delicado que tiene que afrontar el niño, una prueba difícil de superar, un momento en el que una madre está llamada a dar los primeros cuidados a su hijo enfermo: en muchas situaciones, por así decirlo, la angustia que madura en gestionar el evento actúa como un poco de adrenalina y lleva a la persona a gobernarlo de la mejor manera posible, a dar el máximo compromiso.
Por el contrario, son muchos los casos en los que la ansiedad se convierte en patológica, y esto sucede cuando las manifestaciones neurovegetativas que conlleva (aumento de la sudoración de las manos, taquicardia, aceleración de los latidos del corazón…) determinan un empeoramiento del rendimiento de la madre. En este caso es necesario intervenir, ocupándose del problema de la ansiedad”.
La ansiedad más común que experimentan las madres en su rol se relaciona con la excesiva aprensión hacia sus hijos. “Este fenómeno es más pronunciado en las madres primerizas, debido al desequilibrio hormonal materno propio de los primeros meses de vida del bebé. Es entonces cuando muchas mujeres experimentan una ansiedad patológica por todo: ¿estará el suelo lo suficientemente limpio? ¿Se habrá alimentado el bebé lo suficiente? ¿El agua del baño está demasiado caliente?".
“La ansiedad generalizada, que no tiene carácter somático, sino sólo una expresión cognitiva (por lo tanto no hay manifestaciones físicas, sino sólo mentales) es la que deriva de la obsesión por el control, es decir, la intolerancia a la incertidumbre. Es uno de los fenómenos más comunes entre las madres de niños incluso cuando ya han crecido”. ¿Ejemplos concretos? No lo mando a su amigo a jugar sin mí porque recuerdo que hay una mesa debajo de la ventana, se sube y vuela desde el cuarto piso. No lo envío en un viaje de estudios porque los autobuses a veces son conducidos por conductores cansados que pueden tener accidentes. No lo estoy apuntando al curso de fútbol porque puede doler, nadar es mejor”.
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Pero todas estas y otras angustias de las madres no dejan ilesos a sus hijos, quienes sufren las consecuencias. ¿Cual? “Sin duda, todos estos son efectos decididamente negativos para el crecimiento pacífico de los niños. La madre es el modelo del niño, si es aprensiva hay dos posibilidades: o el niño se rebela, si tiene un carácter especialmente fuerte, pero nueve de cada diez veces el niño se amolda a esas mismas angustias, que condicionarán el equilibrio desarrollo del niño. poco".
Consejos prácticos sobre cómo afrontar la ansiedad materna
1 - JUZGUE SU ANSIEDAD: ¿DAÑINA O CONSTRUCTIVA?
En primer lugar, la madre debe tratar de comprender si se encuentra ante estados patológicos de ansiedad o no. Como se anticipó antes, sólo en el caso de la ansiedad que crea tal incomodidad como para afectar el desempeño en el rol de madre, es necesario correr a cubrirse. Si se trata de ansiedad constructiva, que vuelve eficiente a la madre, puede aprender a vivir con ella.
Para efectos de esta evaluación, se pueden revisar con frialdad las situaciones concretas vividas por la madre (imprevisto grave, problema de salud del niño, decisión difícil de tomar), y luego se va a ver si la ansiedad en esos momentos le había impedido lograrlo. un resultado óptimo para el bien de la niña o por el contrario la hubiera convertido en una madre eficiente y mejor. Solo en el primer caso es necesario afrontarlo como un problema y comenzar la batalla contra la ansiedad.
2 - ANTES DE CADA INTERVENCIÓN MÉDICA, PRUEBA CON ENTRENAMIENTO AUTÓGENO
Una vez comprobado que se trata de una ansiedad patológica y que hay que frenar, antes de recurrir a la intervención del médico o psicólogo, intentar soluciones personales. ¿Cómo? En primer lugar, comenzando a hacer un buen entrenamiento autógeno.
Experimentar con técnicas de respiración ayuda a distanciarse y obtener una visión más objetiva de las cosas. Así que cuando sientas que la ansiedad se está apoderando de ti, tómate un descanso y respira profundamente durante unos minutos para calmarte. Luego retomará lo que había dejado, pero con mayor serenidad.
3 - RECUERDA LOS FINALES POSITIVOS DE LAS FUENTES DE ANSIEDAD ANTERIORES
Pensar en casos pasados, fuentes de ansiedad, luego fue suave como el aceite: puede ser útil recordar mentalmente los momentos en que hubo que tomar una decisión (¿lo envío o no lo envío a un viaje de aventuras con amigos? ) o una solución rápida a un problema de salud (¿el bebé se ha caído, está sangrando, empiezo a desinfectarlo o me vuelvo loco y llamo al médico mientras la herida está cubierta de suciedad?) y prevaleció la opción menos ansiosa, con resultados alentadores. ¿Por qué no insistir entonces en ese camino?
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Cuando los intentos y esfuerzos personales para controlar la ansiedad han fracasado o han sido insuficientes, entonces es el momento de acudir al médico. En primer lugar, tu médico de familia, que conoce la historia personal de la madre y podrá evaluar mejor que nadie qué hacer. Sin duda, comenzando por un chequeo básico que resalte cualquier déficit o anomalía en los valores sanguíneos y tiroideos que puedan estar en el origen de los problemas. Si todas las pruebas han dado resultado negativo y la salud de la ansiosa madre resulta ser de hierro, entonces el médico de familia le aconsejará que consulte, según corresponda, a un psicólogo oa un psiquiatra. Nunca lo hagas solo.
5 - PREOCUPACIONES SOCIALES? DESAFÍALOS EN SU PROPIO TERRENO
Discusión aparte merecen las denominadas angustias sociales, es decir, aquellas que se experimentan cuando es difícil socializar con otras madres, y lograr que el niño socialice con otros niños, o existen grandes dificultades para vivir la separación de los pequeños cuando , por ejemplo, comienzan a ir al jardín de infancia oa la escuela, o se sienten estancados e incapaces de entrevistar a los maestros.
En estos casos, la única respuesta ganadora puede ser la desensibilización, es decir, en la práctica, más que evitar las oportunidades sociales, involucrarse y afrontarlas o incluso crearlas. Una madre cerrada que no puede llevar a su hijo a las fiestas de los amigos del colegio podría organizar una merienda para unos amigos en casa.
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